El lector es partícipe de la vida en la aldea Uranda al pie de una enorme montaña donde todo el mundo conoce a todo el mundo. La aldea lo es todo para ellos y deben sobrevivir con lo poco que tienen. El ritmo cotidiano sólo se ve interrumpido por los rituales festivos. La pasión y el amor quedan subordinados a las preocupaciones diarias, pero siempre están presentes como un fuego latente que gracias a la música y a los bailes vuelve a avivarse.
Teresa y Javier, que se conocen desde jóvenes, son empujados el uno hacia el otro por las circunstancias. Javier es reclutado para la guerra civil y antes de partir le declara su amor a Teresa. El tímido joven le envía cartas desde el frente. Cuando poco después deserta y escapa a la aldea, se vuelven a encontrar en secreto. Teresa queda embarazada. Lo que sigue después es una historia llena de color sobre una familia, que con el trasfondo de un desarrollo político, intenta solucionar sus problemas personales. Lucía, la hija de Teresa, consigue salir de su aldea natal. Su generación marcha a la ciudad para conseguir un futuro mejor. Evamar, la hija de Lucía, se rebela contra los deseos materialistas de sus padres. Comienza a estudiar y conoce el amor así como la resistencia política contra el poder dominante. Sus ideales revolucionarios parecen ser totalmente opuestos a la tranquilidad y el conservadurismo de la aldea donde aún viven sus abuelos. Las conversaciones con su abuelo Javier devuelven el equilibrio a su vida.